Una de las consecuencias de llevar una década escribiendo de videojuegos es que algunos de ellos empiezan a desvanecerse en la memoria. Mirando la lista de juegos sobre los que he escrito, soy incapaz de recordar un solo minuto de la adaptación de Choque de Titanes, el MOBA Guardianes de la Tierra Media o Lost Horizon. No es en ningún caso porque fueran malos (es difícil quitarse de encima el impacto de un juego malo como Legendary), sino porque fueron incapaces de crear momentos que perdurasen en la memoria, ya fuese para bien o para mal. Tengo la sensación de que pasará lo mismo con el juego que nos ocupa.
Forgotton Anne nos presenta un mundo al que van a parar las cosas que nos olvidamos: ese calcetín de sobra, la máquina de escribir jubilada, una lámpara que ya no está de moda... Allí cobran vida y son capaces de hablar y pensar; reciben el nombre de forgotlings. Pero también hay dos humanos: el anciano Bontu y su pupila Anne. Ambos se encargan de mantener el orden y dirigir a los forgotlings para construir un artefacto que les permita a todos regresar al mundo real. Un atentado de un grupo rebelde que se resiste a entrar en el sistema fuerza a Anne a salir a buscar a los culpables en medio del caos generalizado.
Lo primero que llama la atención del juego es el cuidado detalle de los dibujos de los escenarios y sobre todo de las animaciones de la protagonista, que parecen sacados de un anime clásico. Este apartado es lo más vistoso del juego, pero se ve lastrado por los forgotlings, que tienen unas animaciones muy pobres en comparación con el mimo que se ha puesto en que todas las acciones de Anne fluyan perfectamente.
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