Pocas comunidades hay más idiosincráticas que la de los videojuegos de lucha. Con eventos propios, con los juegos del género muy enfocados a la comunidad, en ocasiones puede resultar un mundo incomprensible desde fuera. Incluso para los propios juegos de hostias.
Esto lo podría sufrir Kill la Kill: IF de no ser porque hace una cosa excepcionalmente bien: ser un excelente juego de lucha que no deja fuera a nadie de dentro ni de fuera de la comunidad. Esto se puede ver en los modos de juego, principalmente, porque no guardan ninguna sorpresa. Son exactamente lo que cabía esperar de ellos, y todos los modos clásicos, tanto individuales como multijugador local y online están aquí presentes. Y como en todo juego de lucha que se precie, también hay un modo historia.
En lo que respecta a lo narrativo, Kill la Kill: IF es, como su propio nombre indica, un What If, un qué podría haber sido la historia si hubiese cambiado alguno de sus acontecimientos clave. Empezando en la segunda mitad de la historia original, y presuponiendo que el jugador sabe al menos lo básico del anime del que este juego es un spin-off, se nos narra una historia que lentamente va divergiendo de la original al ponernos en los zapatos de Satsuki Kiryūin, la antagonista de la serie. El problema es que tampoco se toma la molestia de contarnos mucho más; para quienes hayan visto la serie, la cosa será relativamente clara, para quienes no, tienen por delante una historia anémica con una dirección de cinemáticas deficiente que difícilmente seducirá a nadie, algo que tampoco debería suponer un especial problema. Su duración es modesta, las cinemáticas pueden saltarse si molestan y, a fin de cuentas, los modos historia que apenas son un trámite son, precisamente, algo muy propio del género que nos atañe, por más que siga siendo un demérito para el juego.
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