Análisis de Pro Evolution Soccer 2018

Permitidme una confesión antes de empezar: hasta el viernes a la noche este análisis de Pro Evolution Soccer 2018 iba a ir sin sello. Sé que con este inicio me arriesgo a que muchos de vosotros dejéis de tomároslo en serio; de hecho, es posible que algunos abandonéis la lectura y vayáis directamente a los comentarios para acordaros de mi y de todo mi gremio familiar. Pero creedme cuando os digo que ni tengo nada personal contra el juego, ni me ha comprado la competencia, ni creo ser poco habilidoso en el género. Se trata de una duda más o menos legítima, creo; de un titubeo que intentaré justificar en los próximos párrafos y que gira en torno a todos los juegos deportivos en general, y a esta saga en particular.

Mi pregunta es... ¿qué es lo importante dentro de un juego de fútbol? Es una pregunta más o menos obvia, pero encierra más trampas de las que uno puede suponer inicialmente. Si la respuesta es "que se juegue bien" no hay duda de que Pro Evolution Soccer 2018 cumple a la perfección, y que todos estos años de ajustes, desarrollo e implantación de una nueva filosofía han ido modelando lo que es, dentro de su estilo y con pequeños fallos relativamente comprensibles, un juego rotundo y con personalidad. Otros dirán que se trata de representar el deporte lo más fielmente posible, y aquí entramos en una cuestión mucho más subjetiva: si se trata solo de los partidos queda claro que estamos en la buena dirección, pero si hablamos de todo lo que rodea al fútbol -y no es poco- la cosa queda menos agraciada. Y por último, si olvidamos la palabra "fútbol" y nos centramos en la mucho más amplia "juego", nos lanzamos a un debate totalmente distinto sobre hasta qué punto podemos referirnos a esta entrega como nueva.

Vamos a ir paso a paso, empezando por ese abstracto "que se juegue bien". No es especialmente audaz decir que quienes hayáis seguido fieles a la saga de Konami os encontraréis con un sistema relativamente similar a lo ya visto. Quizás el cambio más notorio es la velocidad del juego, con un ritmo mucho más pausado al que nos tenía acostumbrados, pensado especialmente para acompañar a ese Real Touch+ que busca centrar el control en nuestra capacidad de acomodar el balón con las distintas extremidades del jugador y no tanto en un trayecto del balón impecable de pierna a pierna. Esto da como resultado una aleatoriedad en las acciones bastante equilibrada, de esa que se hace comprensible sin resultar injusta, y que acaba afectando positivamente a la diversión por premiar nuestra capacidad de improvisación sin requerir que nos pongamos siempre en lo peor. Por lo demás se podría aplicar la palabra continuista, manteniéndose la idea de estrategia por encima de un control más directo; y observándose que aunque los porteros o los córners han recibido pequeños ajustes seguimos viendo a nuestro cancerbero pasar de héroe a villano con una facilidad pasmosa o a la defensa montando unas melés en el área dignas del Seis Naciones.

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