Análisis de Steins;Gate Elite

En uno de mis episodios favoritos de Bojack Horseman un personaje dice que "la flecha del tiempo ni se queda quieta ni va hacia atrás, solo marcha hacia adelante". A pesar de la relatividad del tiempo, la experiencia humana del mismo es inexorablemente unidireccional. No podemos corregir errores, no podemos tomar caminos alternativos, no podemos decir unas últimas palabras en el momento adecuado. Aquí radica el irresistible atractivo de las historias sobre las máquinas del tiempo: satisfacer una pulsión tan básica como es la de evitar lo inevitable, arreglar las imperfecciones que nos han dado forma o revisitar momentos y gentes que nos hacían felices.

Steins;Gate Elite es una visual novel que sigue a Rintaro Okabe, un joven japonés que actúa como un científico loco y tiene un laboratorio en el barrio de Akihabara para fabricar inventos donde pasa el tiempo con su amiga de la infancia Mayuri y el hacker Daru. Por accidente se ve en sus manos con un microondas que le permite hacer viajar pequeños objetos en el tiempo, aunque pronto consigue añadirle nuevas funciones junto a Kurisu Makise, una científica que ha regresado a su tierra natal tras estudiar en Estados Unidos. El invento desata una cadena de acontecimientos con ecos en el pasado, el presente y el futuro.

Elite cambia las imágenes estáticas del Steins;Gate original, que cumple una década este año, por la animación de la serie que se emitió en 2011 y que para muchos fue el material de acceso a esta historia. Las escenas que no aparecieron en la serie, como las rutas alternativas, han recibido el mismo tratamiento a cargo de White Fox, el estudio responsable del anime. El texto y el doblaje original se mantienen, así que Elite tiene más valor para introducirse en la obra que para revisitarla.

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