Análisis de Tom Clancy's The Division 2: Warlords Of New York

Estoy razonablemente seguro de que ya he contado la historia del momento clave del desarrollo de Diablo: el dungeon crawler echa a andar de forma titubeante, desarrolladores reciben el apoyo de Blizzard y, de pronto, ven la luz al combinar acción en tiempo real, esqueletos, looteo y mazmorras. Nace un género y el resto, como se suele decir, es historia. No sé qué carambolas se sucedieron para que de ahí pasáramos al shooter looter - si es que hubo alguna - pero de lo que sí estoy totalmente convencido es de que en el preciso instante en que alguien le dio luz verde a un proyecto que nació con un pitch "esto es como el Diablo pero con tiros" levanté la cabeza como un suricato y pensé "siento como me invade un sabroso ritmo looteador".

Porque en el ADN de The Division 2 está bien imbricada la fórmula que hizo que nos recorriéramos setecientas mil veces las catacumbas de la iglesia de Tristram, pero en vez de hundir nuestro acero en el cráneo de un esqueleto en el juego de Ubi hacemos volar balas de 7.62mm hacia los enemigos de la ciudadanía. Lo malo es que esta vez estábamos preocupados de pacificar una Washington D.C. hasta arriba de turbofascistas y paramilitares mientras, para redondear la jugada, un agente renegado no tiene suficiente con el sindiós existente y decide soltar un nuevo virus en Nueva York. Un miembro de la Strategic Homeland Division solo se debe a tres cosas: el deber, el sueño americano y el arma con las stats más altas, así que, cuando la oficina de la Gran Manzana nos comunica la crisis, no queda más remedio que responder a la llamada.

Y cuando la SHD llama, el compromiso no es para diez minutos. Warlords Of New York es una expansión en toda la regla, con todo lo que ello implica para un juego como The Division 2. Pero no nos precipitemos, que hay mucho territorio por cubrir y tenemos mucho texto por delante.

Leer más...



from Eurogamer.es https://ift.tt/2VM9V0N
Share on Google Plus

About Unknown

0 comentarios:

Publicar un comentario