Etherborn ha resultado ser todo lo que pensaba en su momento que sería Gris. Tal y como comenté en su día en el análisis del juego de Nomada Studio, mi expectación iba disfrazada de cautela por temerme un juego más enfocado al arte que a todo lo demás. Por miedo a que la excelentísima mano de Conrad Roset acabase fagocitando a todo lo que pudiese oler a buen videojuego. Sobra decir que, afortunadamente, no había nada que temer.
Con Etherborn, en cambio, mi planteamiento era muy distinto, y pese a verse la intención de querer girar hacia lo visual como principal baza, esperaba un juego sesudo y radical que fuese más allá de lo visto en títulos como Monument Valley o el poco reivindicado Echochrome. Lamentablemente, ni lo que entra por los ojos ni lo que transmite a los mandos cede espacio a reverencias similares a las comentadas.
Un paseo por el jardín de Chirico
Como un ente que debe revivir un árbol en algún tipo de alegoría sobre la naturaleza o la vida misma que no he conseguido apreciar, nuestro papel será recorrer sus ramas con la intención de ampliarlas cada vez más. Para ello, al final del camino siempre encontraremos un portal que nos llevará al nivel en cuestión en una escueta sucesión de retos.
El sistema nos pide recorrer distintos emplazamientos sin tenernos que preocupar por enemigos ni nada que se les asemeje, sólo con el objetivo de encontrar ciertas piezas que deberemos transportar de una lado a otro para poder abrir nuevos caminos que nos permitan llegar del punto A al B.
La premisa, interesante y bien explotada pero no magistralmente ejecutada, se centra en que la gravedad del lugar la marca nuestra unión al suelo. Andar por un plano X supone que al llegar a una pared Z no podremos continuar, pero si una curva une ambos planos podremos caminar de una a otra haciendo que la gravedad pase del suelo a la pared.
Con algo tan simple como eso Etherborn se las apaña para tenerte pegado a la pantalla un buen rato, tirando más de exploración que de puzles y provocando así que el único objetivo sea dar vueltas por el escenario hasta que te percates del truco que te permitirá avanzar. No hay, por así decirlo, sensación de triunfo en tu progreso, sino conciencia de tu empeño por seguir adelante hasta dar con la clave.
El truco está en la perspectiva
La trampa, a su vez la forma de hacer algo más complejo el desafío y excusa a la hora de alargar la vida del juego, suele esconderse en una cámara que, estática y siempre siguiendo al personaje, te evita que puedas pivotar para intentar comprender hacia dónde vas por ese camino o dónde está la pieza que llevas un rato buscando.
El reto acaba derivando en hacer de todo el proceso un desafío de posición espacial, debes saber dónde estás, hacia dónde te diriges y qué camino podrá llevarte hasta el sitio por el que has pasado antes. Una suerte de rompecabezas que, invitando a mantener un mapa mental, sólo demanda que te aprendas los recorridos.
La tarea, pese a ser más pesada que compleja, consigue despistarte a menudo por aquello de reiterarse en lo de “lo que antes era el suelo, ahora es el techo o una pared”. Pero pese a la imprecisión y el volver sobre tus pasos en no pocas ocasiones acaba siendo un juego entretenido que lamentablemente se hace demasiado corto.
Podría entenderse perfectamente si fuésemos al lío y no hubiese tiempo (o presupuesto) para más, pero en cambio Etherborn se recrea innecesariamente con largos paseos en los que la cámara se aleja para enseñarte el escenario o una imagen de postal. Lo hace en exceso y, viniendo de un planteamiento que no va más allá de un pequeño puñado de niveles, molesta más que enternece.
La opinión de VidaExtra
La aparición de un modo New Game+ al terminar el primer viaje -una recolocación de las piezas a recoger con algo más de dificultad, pero sin tener en cuenta que tu ya creado mapa mental va a facilitar mucho las cosas en la segunda vuelta-, alarga un poco más la vida del juego que, si tienes suerte y no te pierdes demasiado, vas a terminar en una tarde.
Pese a su interesante planteamiento, Etherborn se queda en tierra de nadie, sin admitir grandes etiquetas ni para lo bueno ni para lo malo y convirtiéndose en un juego disfrutable pero no memorable. Sabiendo ahora a qué te enfrentas, dudo que en algún momento puedas sentirte decepcionado por lo que propone, pero es bastante probable que al terminarlo, como yo, acabes deseando algo más y mejor.
Etherborn
Plataformas | PC, Xbox One, Switch y PS4 (versión analizada) |
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Multijugador | No |
Desarrollador | Altered Matter |
Compañía | 20th Century Fox |
Lanzamiento | Ya disponible |
Precio | 16,99 euros |
Lo mejor
- Interesante planteamiento
- El trabajo a la hora de convertir niveles en puzles
- Una experiencia divertida
Lo peor
- Demasiado escueto a nivel de niveles
- Lento cuando se recrea demasiado en la artístico y poético
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