El próximo 19 de noviembre llega a las tiendas Shenmue III y para muchos de nosotros, esto no es un simple lanzamiento más; es la culminación de un sueño y una espera que ha durado 18 años, la de aquellos que a principios de siglo iniciamos junto a Ryo Hazuki la búsqueda del asesino de su padre y cuya conclusión nunca pudimos ver.
Cierto es que el mundo de hoy día poco se parece a aquel que vio nacer la obra más ambiciosa de Yu Suzuki en 1999 y que el contexto videojueguil ha cambiado sobremanera. Aunque para muchos pasara desapercibido en aquel momento, Shenmue fue el videojuego de mayor presupuesto hasta entonces, y su despliegue técnico era tan brutal que no tenía parangón alguno en el panorama del momento.
Hoy día es muy común ver grandes mundos abiertos llenos de desafíos, tiendas, minijuegos… pero cuando Shenmue llegó a nuestro país, aún faltaba un año para recibir Grand Theft Auto III en PS2 y tres para la revolución que supusieron después GTA: San Andreas y otros títulos coetáneos. Algunos daban más libertad, otros menos, pero ninguno era capaz de entrar por los ojos de la manera que lo hacía Shenmue.
Shenmue III, claro, ya no puede presumir de todo aquello, pero sí lo puede hacer de tener un espíritu inigualable y de ser un nombre ante el cual hay que arrodillarse. Para todos los que apreciamos ambas cualidades, esta tercera entrega es justo lo que los veteranos llevábamos tantos años esperando.
Jugamos durante más de una hora y media con él en las oficinas de Koch Media y, cierto es, pocas novedades vimos respecto a las dos primeras entregas de la saga (aunque el caso es que tantas ganas teníamos de volver a controlar Ryo que casi no las hubiésemos querido). Por que sí, allí estaba todo lo que nos encantó en su momento: la cámara en los hombros del personaje, su control algo tosco pero funcional, un hermoso paisaje, un pueblo, música lenta acompañando y minijuegos de todos los gustos y colores.
Lo cierto es que cabría preguntarse por qué hay tantos puestos de juego ambulantes en un pueblo chino de tan pocos habitantes, pero nos da igual porque nos alegra la vida poder echar una carrera de tortugas, lanzar bolas a unos cubos, cortar leña, hacer sentadillas o sacar gashapones de la máquina de bolas mientras recordamos cómo el maestro Suzuki y Shenmue cambiaron la industria para siempre.
Sería difícil hablar de Shenmue 3 en los mismos términos que usamos habitualmente para los nuevos lanzamientos porque esta obra, financiada mediante Kickstarter tras el E3 de 2015, no pretende disputar esa liga ni intentar competir contra los grandes gigantes del open world. Lo que se pide de él es continuar un legado mediante sus reconocibles señas de identidad, y en ese aspecto estamos más que satisfechos porque todo lo que queríamos que estuviera en Shenmue 3 estará ahí a tenor de lo visto en la demo.
Nunca ha sido fácil clasificar esta saga en ningún género concreto: ¿aventura conversacional, rol, aventura gráfica…? pero lo cierto es que tiene todas las mecánicas necesarias para poder disfrutar perfectamente de la aventura y pasarlo en grande con su singular propuesta mezcla de exploración, mucha conversación, notas en la libreta, Quick Time Events y, cómo no, ¡combates!
Porque, como siempre, no pretende ser Shenmue 3 un beat ’em up ni nada parecido. Aquí el combate está al servicio de la propia historia, y para poder escribirla, nos tocará entrenar y aprender estilos nuevos en los dōjō (bueno, como transcurre en China, los kwoon, más bien) que luego podremos usar e intercambiar rápidamente con una simple pulsación de botón.
Todo esto, ni más ni menos, es Shenmue 3, la continuación del que fuera primer exponente del videojuego moderno y que por fin regresa para seguir narrándonos la inconclusa historia que nos cautivó durante nuestra juventud. El 19 de octubre podremos proseguir nuestro viaje y nos hace una ilusión que no os podéis imaginar. ¿También a vosotros? Contadnos
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