
En nuestro último avance de Watch Dogs: Legion - en remoto, como la última vez; en esta ocasión, duró cuatro horas - pudimos ver y saber un poco más de su universo, esa Londres futurista pero triste, dominada por las supercorporaciones, las conspiraciones políticas y la falta de libertad, general, entre los ciudadanos. La trama ya nos la sabemos: alguien ha inculpado al grupo rebelde Dedsec de un atentado terrorista en un emblemático edificio de la ciudad, y estos están determinados a encontrar la verdad debajo del asunto. No nos faltan, de nuevo, las alegorías con el Brexit, las pinceladas cyberpunk y algún que otro toque de referencias a la cultura británica para terminar la mezcla.
Cuando nos acabemos de acostumbrar a conducir por la izquierda, eso sí, tendremos mucho que hacer. Porque esta demo parecía especialmente centrada no en la propia revolución en sí, sino en los pasos que nos llevan a ella: la batalla de Dedsec por transformar una Londres alienada ante su sistema en una ciudad combativa y dispuesta a plantar cara a la opresión que sufre. Por ello, se nos desbloquearon algunas mecánicas que antes no habíamos podido disfrutar. Fundamentalmente, consistían en una serie de misiones destinadas a "alentar" a los ciudadanos a rebelarse.
El mapa de este Watch Dogs: Legion, como ya habíamos explicando en otras ocasiones, es parecido a la San Francisco de Watch Dogs 2. Tenemos una zona amplia que recorrer, estructurada en calles y avenidas, y que combina lugares y monumentos realistas, edificios que podremos reconocer sin problema si hemos visitado la Londres real, con otras zonas reimaginadas. La sensación es muy curiosa y, lo mejor de todo, no se agota: a pesar de que ya habíamos probado el juego en un par de ocasiones, seguimos pudiendo descubrir detalles escondidos y áreas reconocibles, incluso pudimos adentrarnos en el interior de un conocido hito apreciado por locales y turistas por igual.
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