Análisis de Marvel's Spider-Man: Miles Morales - La voz de una generación

Miles Morales es un chaval ocupado. Quizá no lo sea en el sentido que lo era Peter Parker, porque la diferencia de edad es sensible y el bueno de Miles todavía no ha tenido tiempo de medirse el lomo con el que siempre ha sido el enemigo más mortífero del arácnido: el mercado laboral, la precariedad del freelance y ese batín de laboratorio que toca hacer convivir con las mallas y el lanzaredes para llevar el sustento a casa. Miles tiene una posición relativamente más acomodada, o al menos lo suficiente para poder permitirse un equipo de sonido de primera y un par de platos con los que trabajar en sus temas cuando los exámenes y su trabajo como voluntario en el albergue le dejan un rato. Su inspiración siempre ha sido la ciudad, el bullicio del tráfico, el traqueteo del metro, y Harlem. Porque en Harlem todo el mundo le conoce. Cuando se calza los cascos y recorre sus callejones bailoteando con esa mezcla de chulería e inocencia que solo es posible a su edad la gente le choca el puño al pasar, y quizá por eso cuando toca devolver el favor, cuando un puente se hunde o un edificio colapsa y aparecen los tipos de las noticias preguntando por el trepamuros, esa misma gente no habla de Spider-Man y ya está. Hablan de nuestro Spider-Man. Uno di noi.

Quienes hablan son los vecinos del barrio, pero bien podría hacerlo también una generación entera: antes que un héroe, antes que un icono, antes que una nueva cara que conecte con con los lectores del nuevo milenio, Miles es sobre todo un chaval de su edad. Un buen chico, un estudiante prometedor y un empollón al que resulta que le ha picado otra araña, sí, pero ante todo un adolescente al que le preocupan las cosas que preocupan a los adolescentes: las chicas, los videojuegos, ese nuevo podcast que lo está petando y encontrar una cancha en la que encestar unos triples sin jugarse recibir un balazo. Soy consciente de que todo suena a estudio de mercado y a focus group y a engañifa, pero es imposible no sentir una punzadita de autenticidad cuando ese nuevo Spider-Man desgarbado y torpón se balancea por la quinta avenida escuchando trap. Siendo lo contrario de un entendido del cómic diría que esto es exactamente lo que la franquicia necesitaba, porque Spider-Man siempre ha ido de un chaval superado por las circunstancias pero a Peter Parker llevaban superándole sesenta años. Con Miles cada día realmente se siente como el primero.

Y creo también que esa inocencia, esa fragilidad, esa sensación de ser un novato que no para de meter la pata y esas ganas de llenar el traje ni que sea a fuerza de corazón es el principal activo de un spin off que, en efecto, es un poco más de lo mismo. Hay añadidos aquí y allá, y en algunos nos detendremos, pero A Marvel's Spider-Man Miles Morales no parece avergonzarle ser exactamente eso, un Marvel's Spider-Man protagonizado por Miles Morales. Una aventura ligera y extremadamente disfrutona que toma prestados mapeado, estructura, sistema de combate y mecánicas de desplazamiento de su hermano mayor y los emplea para volver a contarnos una historia de buenos, malos, y más grises de lo acostumbrado en la ciudad más peligrosa del mundo: la Nueva York de los comics Marvel.

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