Doom Eternal vuelve más brutal que nunca con el impecable DLC The Ancient Gods Part 1

Hay decisiones de diseño que van muchísimo más allá del impacto que tienen sobre el gameplay o la estética del juego. Algunas son declaraciones de intenciones en sí mismas y otras, como la que se nos presenta nada más empezar esta primera parte de The Ancient Gods - el primer DLC de DOOM ETERNAL -, son atronadores puñetazos sobre una proverbial mesa llena de jugadores resabiados que se creían que Doom Eternal no guardaba secretos para ellos. Es innegable que id Software nos regala unos más que disfrutables diez segundos de paz y prosperidad al comenzar nuestra andadura por las instalaciones marítimas de la UAC. Y también es probable que hayamos escogido una dificultad más bien elevada porque, bueno, ya dominamos en su momento la campaña principal. Así que cuando llegamos a esa base rodeada de un océano embravecido y vemos que nos reciben tres zombies escasos tampoco es que sea una visión muy preocupante. Tres escopetazos, unas Glory Kills marca de la casa, reencontrarnos con la satisfacción de una ejecución bien hecha y a seguir explorando. El problema viene cuando avanzas diez metros dentro de las instalaciones, DOOM ETERNAL tira de la alfombra bajo tus pies, empiezan a salir demonios de todas partes y ya no hay vuelta atrás hasta el final de The Ancient Gods.

Y es que si el modo historia de DOOM ETERNAL era como poner el altavoz del metalero más pasado de rosca al once, The Ancient Gods Part 1 es un bypass que alguien ha instalado en ese mismo altavoz para que podamos seguir subiendo el volumen. Solo así se explica que el Doom Slayer aparezca con todo su arsenal a plena potencia, su armadura esté configurada del mismo modo y que, desde el primer minuto, el asalto demoníaco sea implacable, total y absoluto.

Porque los objetivos, el lore y la historia están ahí, pero en muchas ocasiones los perderemos de vista frente a una sucesión de arenas en las que cada pugna será más dura que la anterior. id Software no tiene ningún reparo en hacer que sudemos tinta con cada encontronazo ya sea encajonándonos en pasillos estrechos con demonios gigantescos o bien dejándonos solos ante el peligro. Claro que donde pone "peligro" pueden leerse muchas cosas. Como por ejemplo tener que avanzar a sangre, fuego y escopeta de dos cañones por una sección plagada de engendros de Satán para descubrir que en la sala adyacente nos esperan dos Merodeadores. Sí, dos. The Ancient Gods tiene una retorcida concepción del dicho "cuantos más seamos, más nos divertiremos" así que veremos duplicado el número de Merodeadores, multiplicado el número de enemigos y, en general, podremos observar - si es que tenemos tiempo - como hasta la soldadesca cuyo destino es nuestra motosierra tiende a tener una densidad de población más elevada que de costumbre. Y más escudos.

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