En apenas un mes se cumplirán nueve años desde que empecé a escribir análisis en esta página. En algunos casos contados, recuerdo momentos del proceso de escritura: Pro Evolution Soccer 2014, el primero de ellos, fue escrito en las antiguas oficinas de Eurogamer de Barcelona, conmigo apenas creyéndome que esa fuera ahora mi realidad. De Just Cause 3, por ejemplo, recuerdo mi sensación de incredulidad con algunos momentos del guión, que intercalaba serios alegatos en contra de los totalitarismos y dictaduras con patadas en los testículos. Pero del noventa por ciento, siendo honesto, no recuerdo apenas nada: ni siquiera haberlos jugado, pese a las seguramente muchas horas y horas seguidas para poder llegar a tiempo al embargo.
De Marvel’s Spider-man recuerdo todo.
Recuerdo que el juego llegó en verano, en este mes de agosto, a falta de todavía varias semanas para que se lanzase. Recuerdo la mezcla entre nervios y entusiasmo que sentí cuando inicié por primera vez el juego, en la casita de la playa que mis padres habían alquilado ese verano. Y recuerdo, además de todos y cada uno de los momentos que propone el argumento, los dos primeros minutos iniciales con especial cariño; cuando, tras una cinemática en la que Peter se levanta a duras penas de la cama y se pone el traje para responder a una llamada de la policía, salta por la ventana y pasan a darnos el control de nuestro amistoso vecino y amigo Spider-Man.
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