Análisis de Scars Above - Ni a shooters ni a soulslikes

Los videojuegos modernos distan mucho, muchísimo, de ser una ciencia exacta. Un equipo de desarrollo puede tirarse meses - e incluso años - puliendo su obra para que esta salga sin mácula al cruel coliseo que es el mercado y, aun así, las probabilidades de que un travieso bug haya escapado de la caza seguirán moviéndose en los dobles dígitos. Y es que, por mucho que nos duela, la época en la que los lanzamientos eran impecables no hace sino alejarse cada vez más, dejando cierto vacío en nuestro corazón y un mar de dudas en nuestra cabeza. Unas dudas que, por otra parte, suelen quedar en segundo plano cuando percibimos que el nuevo título al que jugamos se comporta, más o menos, como debe. Ahora bien, las alarmas vuelven a dispararse cuando, como fue mi caso nada más iniciar Scars Above por primera vez, un simpático crasheo me mandó de vuelta al menú inicio de mi PlayStation 5.

Afortunadamente para mi y para el título que hoy nos ocupa, el resto del viaje fue una agradable travesía libre de errores.

Pero solo en el apartado técnico, porque Scars Above es una aventura que está llena de peligros para la doctora Kate Ward y el resto de los miembros de S.C.A.R., un equipo de respuesta científica que investiga la aparición del “Metahedro”, una estructura alienígena de aspecto amenazador y tamaño inabarcable que acaba de materializarse frente a la Tierra. Para ello, el equipo S.C.A.R. se desplaza en un transbordador espacial para comenzar el estudio del Metahedro y, en caso de ser posible, comunicarse con él. Y aunque todo parece ir bien al comienzo de la misión, las cosas comienzan a torcerse cuando Kate se despierta sola y desorientada en un entorno que guarda pocas semejanzas con los biomas terráqueos.

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