Avance de Ghost Recon Breakpoint

Recuerdo haber comenzado el análisis de Ghost Recon Wildlands diciendo que era un juego que triunfaba por casualidad. Que su tono, su afectación militarista y sus intenciones de plantear una experiencia cooperativa táctica colisionaban constantemente contra un espíritu indómito y furiosamente emergente que no solo estropeaba nuestros planes, sino los de la propia Ubisoft; que quería ser un juego muy serio y muy frecuentemente resultaba en una comedia muy divertida, y no solo eso, sino que era mejor por ello. Ghost Recon Breakpoint parece tener todo esto bien claro desde el principio, y quizá por eso, ante las dos vías de actuación posibles (abrazar sin reparos el slapstick cooperativo o intentar esconderlo bajo la alfombra frunciendo el ceño más fuerte aún) decide definirse realmente pronto. Tan pronto como la primera vez que uno de sus protagonistas tiende su cuerpo en el suelo.

Siempre me han gustado las animaciones que cuentan cosas, los gestos que apuntalan de manera más o menos sutil aspectos de la narración o del carácter de los protagonistas, ya sabéis: la violenta desesperación de Lara empuñando el Piolet, esa manita en la pared que dibuja reverencia y cautela a la hora de navegar los entornos de cualquier Uncharted, hasta el último de los movimientos de Bayonetta... En este caso, la manera de arrojarse cuerpo a tierra de los miembros de nuestro comando indica que en este juego ya no hay lugar para DJ Perico.

Que la comedia involuntaria acabó, y que el tono canallita y controladamente desenfadado de Wildlans deja paso, en fondo y forma, a una experiencia lo suficientemente densa como para jugarse así, a trompicones, cargando nuestro cuerpo pesadamente en una de las rodillas antes de fundirnos con la maleza o manejando con cuidado nuestro centro de gravedad para no acabar rodando montaña abajo al descender por los terraplenes. Incluso el propio acabado visual parece no estar para bromas, y a la gélida paleta elegida para bañarlo todo hay que añadirle ese efecto de desenfoque que comprime el espacio y nos hace sentir desnudos cuando adoptamos esa posición acechante. ¿Somos la presa, o el cazador?

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