Análisis de Sayonara Wild Hearts

Quien más quien menos, todo el mundo ha tenido un desengaño amoroso. Uno serio, de esos que te sacuden por dentro, te hacen enterrarte en ti mismo durante un tiempo y te hacen creer, de verdad, que has perdido algo esencial por el camino. Esa clase de sensación, una muy concreta porque no es sólo la pérdida, sino también el re-descubrimiento y la aceptación que vienen asociados con ella, es algo que se ha explotado con bastante fruición en la ficción, pero no tanto en el videojuego. Y quizás por eso resulte tan interesante Sayonara Wild Hearts: por lo que tiene de venir a sumarse, narrativamente, a un sentimiento tan universal como el hecho de habernos enamorado y que, al final, no acabara bien.

Estéticamente, el juego es una auténtica maravilla. Mezclando la teatralidad de los musicales, cierto toque de anime shōjo, aires de magical girl, un excelente uso de la luz bisexual y una paleta de colores vibrante y colorida, consigue darnos un diseño que no es sólo único, sino además excelente. Un juego al que el calificativo de bonito se le queda muy corto, y que además consigue emparentar de forma perfecta con su banda sonora, haciendo que cada fase tenga su propia canción, como si se tratara de un álbum animado, que es una síntesis perfecta entre la música de las cantantes pop de los 10s y la electrónica indie de los 00s. Una auténtica golosina en el plano del diseño, especialmente para la generación Tumblr, que podrá encontrar aquí una síntesis perfecta de todos sus intereses fuera de las lógicas, legítimas, pero diferentes, que trajeron consigo movimientos como el witch house o el vaporwave.

Pero la estética no acaba en cómo se ve, porque su condición de objeto de diseño tiñe también lo jugable. Y es que, si bien normalmente es al revés, si algo es evidente en Sayonara Wild Hearts es que la estética ha definido en gran medida el cómo se juega.

Leer más...



from Eurogamer.es https://ift.tt/2oR3Hye
Share on Google Plus

About Unknown

0 comentarios:

Publicar un comentario