Análisis de Yooka-Laylee and the Impossible Lair

Una coletilla que empleamos mucho en el videojuego - yo el primero - es el "de los creadores de". No "de los productores de" o "del director de" como en el cine, sino un "creadores" genérico que se refiere a gente que puede haber estado en cualquier posición, desde el diseño hasta la programación. Creo que ha ayudado a este fenómeno el hecho de que las propiedades intelectuales se hayan quedado durante muchos años en manos de distribuidoras mientras los responsables del desarrollo se movían de estudio, fundaban sus propias empresas o se separaban en distintos equipos.

Con la llegada del crowdfunding vimos esta etiqueta mucho en los "sucesores espirituales": Koji Igarashi, Julian Gollop y muchos más han empleado el "de los creadores de" para continuar trabajando en nuevas entregas no oficiales de las franquicias o géneros de los que en su momento fueron pioneros. Uno de los ejemplos más significativos fue Yooka-Laylee, desarrollado por veteranos de Rare y que recaudó 2 millones de libras con el objetivo de recuperar el legado de esta compañía, en concreto el de juegos de Nintendo 64 como Banjo-Kazooie. Dos años más tarde, Playtonic vuelve a probar suerte con otro sucesor espiritual, ahora en forma de plataformas 2,5D.

En la secuela Capital B decide tomarse la revancha tras la anterior aventura, atacando el Reinolmena con una máquina que permite controlar la mente de las abejas. Su Reina proporciona a Yooka y Laylee un escudo de abejas que no sirve ante las artimañas de Capital B; tras una pronta victoria se esconde en la Guarida Imposible que da título al juego. Para poder llegar hasta él, hay que restablecer a el escudo liberando a las abejas soldado atrapadas en los niveles del juego.

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