Análisis de Overwatch 2 - Solvente, pero continuista y con un modelo de negocio muy mejorable

De entre todos los juegos del mundo, para aquellos que habéis estado un poco pendientes de la evolución del medio en los últimos años Overwatch es uno de esos que no necesita presentación. El título de Blizzard no inventó, pero sí popularizó masivamente, el género del hero shooter y hasta la fecha muchos han conseguido imitarlo, si bien ninguno de los títulos inspirados en Overwatch llegó a alcanzar las elevadísimas cotas de popularidad de éste, ni tampoco a replicar el arrollador carisma de su propuesta y sus personajes. Lo que sí hicieron fue avanzar, poco a poco, en su modelo de monetización, progreso y actualizaciones, dejando atrás las ya casi anacrónicas cajas de loot para introducirse en fenómenos actualmente más extendidos como los pases de batalla. Ante el declive del interés por su universo, Blizzard decidió tomar cartas en el asunto a través de un salto al formato free-to-play, en una actualización con nombre de secuela cuyo principal enemigo no son sus evidentes competidores en el género del juego de disparos multijugador - Valorant o Apex Legends, por ejemplo - sino el propio éxito y el cariño que la comunidad alberga hacia el Overwatch original desde su lanzamiento en 2016.

La verdad es que la primera aproximación a Overwatch 2 nos deja la sensación de que todo está tal y como lo recordábamos. Desde la configuración de los menús a los diseños de los personajes y los mapas - cinco de ellos nuevos, y todos los demás procedentes del juego anterior -, pasando por los distintos modos de juego, casi todo es familiar en nuestro contacto inicial.

Hay, no obstante, algunos cambios más explícitos. En lo que a la jugabilidad respecta, el más evidente es el hecho de que los equipos ya no están compuestos de seis jugadores, sino de cinco. Esto hace que la composición de equipo de dos tanques, dos personajes de apoyo y dos personajes centrados en el daño ya no sea posible, y que la manera “predeterminada” de jugar sea con solo un tanque. Es cierto que hay multitud de modos, como la cola de todas las funciones o los modos arcade, en los que podemos escoger la composición libremente; pero todo lo que necesitamos hacer para cerciorarnos de que el equilibrio de Overwatch 2 se ha hecho con esta composición en mente es echar un par de partidas sin ella. En el modo arcade, especialmente, son habituales las configuraciones de equipo que sacrifican a los personajes de apoyo o que deciden colocar dos o tres tanques en vez de solo uno. Estas partidas terminan siendo particularmente caóticas y atropelladas y, aunque puntualmente divertidas, muy probablemente no sean la manera en la que queramos jugar a largo plazo.

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