Avance de Astro Bot

Excelencia. Pasar cerca de una hora a solas con el juego del Team Asobi produce una cascada de sensaciones que a continuación intentaré resumir torpemente en un montón de palabras, pero podrían resumirse únicamente en esa. No es la única: también se me ocurren creatividad, frescura o diseño, así, en mayúsculas, pero si hay un poso que permanece mientras regreso a casa en el tren con una sonrisa estúpida es la de haber jugado a algo soberbio, a un videojuego tan pulido, tan elegante, tan sobrado en ideas y en absolutamente todo lo demás que solo cabe una referencia. Quizá os suene: lleva una gorra y guantes de fontanero. Mamma mia, eh.

Su nombre no lo diré, porque es temprano para eso, pero comparte con el pequeño robot no solo una inteligencia pasmosa a la hora de encadenar plataformas, sino el mismo aparente desdén por exprimir sus mejores ideas, porque aquí las genialidades son de usar y tirar. Porque sacarle más jugo a una mecánica rompedora es lo fácil. Lo difícil es tirarla a la basura a los diez minutos para darle paso a algo nuevo. Astro Bot es así de osado y así de ocurrente, y si semejante incontinencia creativa resulta asombrosa de ver en su bigotuda competencia, imaginaos el prodigio al ver algo así en lo que es en el fondo un debut, un primer largo con el que Team Asobi por fin se reivindica como algo más que un estudio de apoyo con el que sacarle punta a los gimmicks de uno u otro hardware y, en definitiva, vender cacharros. Por fin les han dado la oportunidad que llevaban ganándose a pulso desde 2018, y no parecen dispuestos a dejarla escapar. Ahora que lo pienso, “hambre” o “ganas” también serían buenos resúmenes de lo que acabo de experimentar.

Digo todo esto desde el respeto y la reverencia más absolutos a sus predecesores, que conste, porque Astro Bot Rescue Mission sigue siendo el mejor juego VR que he probado en mi vida y porque Astro’s Playroom, pese a su condición de juego gratuito y a su duración escasísima, me sigue pareciendo un contendiente más que serio al trono de mejor exclusivo de PS5. O quizá sea precisamente su brevedad el secreto del éxito, porque desde que Las Vulpess saltaron al escenario de Televisión Española un sábado de 1983 no recuerdo que nadie haya hecho girarse tantas cabezas en tan poco tiempo. Astro’s Playroom sabía que tenía que ganarse al respetable deprisa, y por eso es un juego genial pero también denso y acelerado; era, es, un festival de una sola jornada que se asegura de plagar de ocurrencias cada centímetro cuadrado del escenario porque sabe que en cualquier momento le pueden retirar el micrófono. Astro Bot es igual de creativo, pero menos ansioso. Es un juego que se toma su tiempo y que desarrolla sus ideas con la calma y la seguridad en sí mismo de quien sabe que ya no es el telonero. De quien sabe que la gente ha pagado una entrada para verle tocar a él.

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